domingo, 2 de mayo de 2010

Pequeños latidos del alma: Anecdota


Anécdota desafortunada.




Era yo una adolescente de veinte años, cuando conocí a Ram. El gustó al parecer de mí y pidió vernos, acepté. Nuestro incipiente noviazgo era perfecto, no éramos novios formales. Al cabo de unos pocos meses él cumplía años e iba a celebrarlo por lo cual me invitó.

Mi intuición casi nunca me falló, Tenía hasta ciertas señales físicas, no quería ir a su fiesta pero insistencias ajenas me hicieron desistir y desechar esa pequeña aprensión que tenía. Fuimos una amiga y yo. Él nos dijo que estaba recibiendo a la gente y que nos atendiéramos solas. Estaba todo bien, pero me sentía incómoda.

Cuando comenzaron a bailar me quise ir. Me despedí y fui a la habitación donde estaban las carteras y tomé la mía. Salimos y mi amiga me dice: “llevás dos carteras” Miré y las manijas se encontraban entrelazadas. No sospeché nada. ¡Dios, pensé, qué lío! Regresé y llamé para que me atendieran. La empleada me dijo que Ram estaba ocupado y yo se la entregué a ella. ¡Jamás debiera haberlo hecho¡

Tendría que haber entrado y habérsela dado a él o preguntar de quién era, menos lo que hice.

Al otro día debíamos vernos, me acerqué al banco de la plaza en el cual me esperaba, quise besarlo y él me apartó la cara. Supe que de dicha cartera se habían perdido llaves, una libreta de calificaciones (era de una profesora) y lo peor dinero. No era profesora mía ni iba al mismo establecimiento. Me indagó a mi amiga y a mí. Le dije la verdad pero... Tres días nos vimos y él insistía. Finalmente nos separamos. Supe que en la fiesta él me había defendido a capa y espada, por lo que habían resuelto que yo era inocente. Pero ¿por qué entonces? ¿Quién había armado esta situación? Estuve en el lugar equivocado en el momento equivocado. Mi vida y varias vidas cambiaron quizás su rumbo. El fue un artista plástico con algunos premios. Nunca fui a ver sus exposiciones. Me dolió por muchos años. Él ya no está en la tierra. Quizás ya sabe lo que ocurrió, yo aún no lo sé. Mi alma hoy lo perdonó. Tal vez el también fue engañado o quizás...

Desde entonces hice más caso a mi intuición. La vida, a veces nos enseña crudamente. Aunque a veces uno vuelve a caer en estupideces, pero nunca como esa.


Dora del Valle D.

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