sábado, 24 de abril de 2010


DESTRUCCIÓN

Cascadas de llanto regaron mi cara

estiletes de espanto hirieron mi alma

y en esta lucha en que empeñé mi vida

la certeza ingrata de no llegar a nada.


¡Que fríos tus ojos, cuando no me amas!

¡Que torrente impetuoso de impías palabras!

Y la grande y eterna indiferencia,

Con la que castigas mi triste existencia.


Tus oídos sordos a mi buen reclamo

a veces escuchan…pero luego olvidan.

Más tarde te yergues como omnipotente

y con improperios ruines: destruyes; hieres…


Manojo de vicios y falsos placeres,

la vida transcurres, borrando tus huellas

y en la mesa triste de un bar provinciano

Asesinas día a día, tu vida y la mía

Dora del Valle D.

No hay comentarios:

Publicar un comentario